El adelanto alcanzado por los
medios de comunicación social ha hecho posible seguir en forma detallada y
actualizada el acontecer mundial, así como la trayectoria del variado y
complejo comportamiento humano y los cambios que se han experimentado y
experimentaran.
Si bien es cierto que determinados factores desequilibrantes como las guerras, depresiones económicas, convulsiones sociales, etc., han existido en distintas épocas de la historia de la humanidad, no es menos cierto que el medio sobre el cual ahora convergen se ha hecho más vulnerable a sus efectos. Es como si el hombre mismo se empeñara en tejer los hilos de su propia destrucción material y de su ruina espiritual.
En la era atómica, que comenzó hace cuatro decenios aproximadamente, se han venido acumulando desperdicios nucleares, los cuales tendrán efectos letales por miles de años.
La contaminación del ambiente, ya
del aire, de la tierra o de las aguas, hace cada día mas critica la
subsistencia.
El uso de las drogas cada vez se hace mayor y es alarmante el incremento de su consumo a nivel mundial. En algunos países, ya ha alcanzado niveles de alta peligrosidad dañando la mayor riqueza de los pueblos como lo es la juventud.
Así mismo, la hipertrofia
alcanzada por un tecnicismo bélico, mantiene a la humanidad, al planeta, en
peligro constante de extinción.
El elevado índice de natalidad que registran algunos países se ha convertido en un verdadero problema para los que saben y se ocupan de esas cosas al no encontrar una garantía de compensación entre población mundial y productos de consumo.
Todo esto es un panorama nada halagador, no obstante sabemos que dolorosamente es una realidad y que es allí donde debe estar nuestro campo de acción, el trabajo que debemos realizar.
Hay cosas fundamentales que todo
hombre debe saber ya que por herencia natural le pertenecen. Saber que el Padre
Eterno tiene un plan para sus hijos y que ese plan es el de la evolución, saber
que existe un proceso de Regeneración que conduce a la salvación. Saber que
debemos morir una y mil veces a los valores sensoriales para liberar nuestra
mente y dirigirla a la búsqueda del verdadero Conocimiento y a la realización del
Amor y la Felicidad.
La Orden Rosacruz AMORC en la difusión del conocimiento místico a nivel mundial, cumple un maravilloso cometido en este sentido.
Ahora que brevemente hemos actualizado el estado de las cosas que vive la humanidad en crisis, me pregunto: ¿Nosotros, estudiantes Rosacruces y poseedores de un conocimiento, estamos cumpliendo realmente con el propósito del plan Divino Universal? ¿Estamos en forma consciente y sincera realizando un trabajo de ayuda y con sinceridad realizando un trabajo de ayuda a todos nuestros hermanos? ¿Estamos verdaderamente fortaleciendo y expandiendo el conocimiento que imparte la Orden? ¿Reflejamos ciertamente el espíritu de sus enseñanzas?
Creo sinceramente que no basta decir, soy ateo, budista, musulmán, católico, martinista, etc., si no estamos identificados plenamente con la esencia de los conceptos. No basta decir, “Yo soy un Rosacruz”. Hay que pensar, actuar y vivir como Rosacruz. Flaco favor le hacemos a la Orden al pregonar deportivamente nuestra afiliación si reflejamos un comportamiento completamente divorciado de las enseñanzas. El asunto es aceptar un conocimiento e identificarse con él en su esencia más pura, por cuanto es aquí donde se encierra su fortaleza y su perdurabilidad.
De tal modo que si habéis tomado la digna decisión de ayudar a vuestros hermanos a encontrar un sendero de luz, os recomiendo leer detenidamente y con gran sensibilidad de captación mística, El Código Rosacruz de Vida. Todo el contenido de sus treinta reglas refleja la fuerza viva del comportamiento del verdadero Rosacruz y la que os dará ese sello inconfundible del hombre que ha hecho suyo un conocimiento y lo refleja.
Ahora bien, conocemos al situación planteada y tenemos la disposición y los medios para la lucha que en forma silenciosa debemos cumplir. Tenemos las armas, no para matar, sino para vivificar y enseñar a glorificar a Dios en el camino de la salvación mística. Esta lucha nos exige dedicación, pureza de propósito, fuerza y maestría. Saber cómo descender y tender la red en las profundidades, para luego subir con el corazón desbordante de alegría y los ojos bañados en luz. Es decir, tomando consciencia del trabajo que debemos realizar en aras de un mayor despertar espiritual. De allí el compromiso y la responsabilidad que habéis contraído y que como guerreros espirituales tenéis que cumplir.
Isidro Gonzalez. F.R.C